
La fuerza vital y curativa que corre por la planta, fluye también por nosotros y es fuente de la “magia”. Podemos tratar de forzar el curso de los acontecimientos en una dirección o en otra, pero no podremos con el cauce natural del río. La hechicería, a partir de sus límites, establece una relación en particular con el entorno y que descubre al individuo como una totalidad. Las hierbas y las plantas no son un simple recurso sino la vida misma que circula a través de cada uno. En conclusión, en el límite la hechicería encuentra una relación fundamental y es, esta última, la que más nos interesa. La práctica ritual enlaza a plantas, hierbas, animales y personas, como una misma fuerza vital. Como una manifestación de ella, el acto ritual por excelencia no es otro que el sacrificio.