
Pocas cosas hay que deteste más en un mundo masculino que las mujeres hechas a imagen y semejanza del hombre. Me refiero a las feministas y todas aquellas que reclaman una “igualdad de género”, cuando precisamente lo que deseo afirmar es mi diferencia como mujer. En el mundo no hay igualdad, sino diversidad, por lo que la apuesta debería consistir en diseñar un mundo donde la presencia de la mujer con sus ritmos, formas y sentidos, construya nuevos modos de vida.